Vivía entre la calle y un taller donde la abandonaron y nadie se preocupaba por ella. Llamó la atención porque a pesar que ya se volvió costumbre que abandonen perros allí, Pimienta buscaba algo que comer entre los basureros, con una herida abierta cerca a la nuca y los rastros de una cirugía de esterilización... No se sabía nada más... Una persona con un corazón enorme, a pesar de tener algunas situaciones de salud, decidió ayudarla, curarla, protegerla y estabilizarla, sin embargo y a pesar que de verdad quería, no pudo quedarse con ella. La mandó al veterinario, la bañaron, le arreglaron uñas, la desparasitaron y le limpiaron los dientes... Quedó como nueva para buscar una nueva vida. Entonces el 20 de junio llegó a la fundación.